Historia de Estella-Lizarra
Puente Romano sobre el Río Ega
Aunque en su término se han encontrado algunos restos arqueológicos que nos retraen a la Edad del Bronce, Estella-Lizarra data su
nacimiento en el año 1090, cuando el rey Sancho Ramírez le otorgó su Fuero, es decir, una serie de normas en las que trataba de
privilegiar el asentamiento de pobladores, de origen francés, que permitiesen la diversificación económica del reino y aprovechar la
importancia que la peregrinación a Santiago de Compostela estaba alcanzando en estos momentos. Por esto mismo, el rey no dudó en
alterar la ruta inicial que transcurría por el término de Zarapuz, señorío del monasterio de San Juan de la Peña, hacia el monasterio
de Irache, derivándola hacia el nuevo asentamiento.
Surge un primer núcleo de habitantes en su mayoría oriundos de las actuales regiones francesas de Auvernia y el Limousin, organizados
en torno a la iglesia de San Martín (hoy desparecida), en la orilla derecha del río Ega y acogidos a la sombra del castillo. Una
comunidad floreciente que, aprovechando una coyuntura económica favorable, fue creciendo poco a poco, extendiéndose a partir del
siglo XII, a la orilla izquierda del río, surgiendo así nuevos burgos como el de San Miguel (diseñado para el encuentro de francos y
navarros, propiciando un estrecho mestizaje), San Juan fundado en unos viñedos propiedad del rey Sancho el Sabio y San Salvador del
Arenal (absorbido en el siglo XIV por el vecino de San Miguel), a cada uno de los cuales, les fueron concedidos fueros por el rey
Sancho el Sabio.
El auge de la ciudad se produjo en el siglo XII. Una gran efervescencia constructiva la dotará de una fisionomía urbana que, en parte,
hoy sigue manteniendo. La ciudad se nutre de iglesias como las de San Pedro de la Rúa, San Miguel, San Juan y también de Hospitales,
atendidos por Cofradías que dejan entrever la importancia que la presencia del peregrino tiene. Ciudad-camino, pronto se convirtió en
escala señera de la peregrinación compostelana.